Detonante
¿Cómo podemos saber que una técnica de guión es fundamental, esencial? ¿Cómo podemos estar seguros de que resulta valiosa, útil, verdaderamente eficaz?

Definición
El detonante es un recurso técnico imprescindible en cualquier método de escritura narrativa. Ni un solo guionista, sea cual sea el tipo de estructura o de estrategia creativa que desee adoptar, ignora la necesidad de incluir un detonante –sorprendente, sugerente, y, sobre todo, muy prometedor– en los primeros compases de sus relatos.
Según el modelo dramático desde el que aborde su estudio, el detonante se conoce bajo denominaciones muy variadas: desencadenante, catalizador, incidente incitador, disparador, punto de ataque… cada uno de estos términos afines remite al mismo concepto a la vez que aporta a su significado –casi– análogo un número nada desdeñable de matices muy inspiradores.
El detonante es el suceso que arranca el relato, el hecho relevante originario que impulsa la acción. Es decir, se trata de un evento inesperado que rompe el –relativo– equilibrio inicial que sostiene al comienzo cualquier universo ficcional y que pone irremediablemente en marcha la maquinaria narrativa de la historia. Antes del detonante, antes de que pase absolutamente nada, no se ha proyectado en pantalla más que una mera exposición informativa de datos, una descripción básica de lugares, situaciones o personajes.
En ese sentido, ¿qué supone el detonante? Un momento nuclear, estructural. Es el primer gran acontecimiento del guion que produce un impacto destacado en la arquitectura de la trama: por ejemplo, un hombre, Antonio, necesita una bicicleta para desplazarse por Roma y poder ganarse la vida instalando carteles publicitarios. Detonante: mientras pega uno de esos anuncios, le roban su preciada bicicleta. Su existencia da un vuelco: su único objetivo, a lo largo de toda la película, será intentar recuperarla. Otro ejemplo celebérrimo: a una chica, Chrissie, se le ocurre la feliz idea de ir a bañarse desnuda al mar tras una fiesta. Detonante: es atacada por un ser marino que no vemos. La normalidad del pueblo se ve fatalmente alterada: tardarán en averiguar que la amenaza proviene de un tiburón. El único objetivo consistirá en dar caza a la bestia.
Funciones
El detonante, como en Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette, Vittorio De Sica, 1948) o Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975) ejerce muchas funciones esenciales en una historia de ficción:
- Sumerge al espectador en la historia. Es un mecanismo fabuloso para cautivarle y arrastrarle por la ficción. Permite al guionista captar la atención, generar interés, alimentar las expectativas del público con un suceso inesperado y emocionante. Cualquiera de nosotros, cuando se asoma a una pantalla, espera impaciente que ocurra algo transcendental más pronto que tarde, está ansioso por ver que la maquinaria narrativa se ponga en funcionamiento. Por eso, si el detonante tarda demasiado en irrumpir en la trama –o incluso, en un caso extremo, no lo llega a hacer nunca–, el espectador se ve decepcionado porque no hay ningún acontecimiento que dé el pistoletazo de salida de la acción dramática.
- Suscita el conflicto dramático. El detonante, o bien plantea el primer nudo de la historia, o bien es la chispa que empuja al personaje hacia él. En ese sentido, también la temática general y las ideas fundamentales del relato se asientan sobre el detonante, además de que es la primera pieza que sustenta el arco dramático de evolución de cualquier protagonista. Lo que sucede en el detonante debe ser muy significativo para el personaje principal y poner obligatoriamente su vida patas arriba. Es lo mejor o lo peor que le podría pasar a ese hombre o mujer en concreto. Puede ser un acontecimiento muy grande, como el estallido de una guerra, o muy pequeño, como una llamada de teléfono para acudir a una cita. Lo único importante es que genere en él o ella un dilema transcendental, que le incite a actuar de forma decidida inmediatamente o a rechazar, de momento, ese cambio insospechado. Al perder el equilibrio de su existencia, el personaje, tarde o temprano, tras unas escenas debatiéndose consigo mismo, tendrá que afrontar obligatoriamente el conflicto. Aceptar el reto, comenzar la aventura. Igual ese hecho impactante que parecía tan negativo se convierte en algo muy positivo o viceversa.
- Introduce el primer gran cambio de valor en la trama: de forma repentina, altera sin remisión el signo de los acontecimientos. Puede ser un cambio positivo, como un ascenso laboral, o uno negativo, como un atentado terrorista: lo importante es que nada vuelve a ser igual, el detonante lo transmuta todo. Empieza la montaña rusa de percepciones y sensaciones a la que nos invita a subirnos cualquier narración audiovisual. Es ese momento exacto en el que el espectador exclama “¡Ajá!: de aquí no me muevo, comienzan los problemas”.
- Es el primer punto clave realmente estructural del relato. El detonante está estrechamente relacionado con otros de los principales momentos dramáticos de la historia que son consecuencia directa de él, como los puntos de giro que dan lugar a los distintos actos, y, sobre todo, el clímax, que en muchas ocasiones funciona como un espejo, como una imagen invertida del propio detonante. Es importante recalcar esto: el detonante no es independiente de la trama –o de cada subtrama– a la que pertenece, sino que es uno de sus hitos, con diferencia, más destacados. El final, la resolución de la película depende de este comienzo y debe también remitir al núcleo mismo del detonante. Igualmente, cualquier historia multitrama o subtrama/s dependiente/s de la trama principal presenta detonantes particulares independientes o relacionados entre sí que funcionan como otros puntos jerárquicamente organizados en la estructura del relato.
- Normalmente, el detonante se sitúa, o bien en los primeros minutos, incluso en la primera página del guion, o bien justo después del planteamiento, de la exposición inicial de personajes y espacios que queremos que conozca el espectador antes de empezar a introducir conflictos y cambios. Lo habitual es que se haya producido antes de alcanzar un 25% de la duración total de la historia narrada. Sin embargo, en algunos maravillosos relatos, el detonante se ha emplazado incluso antes de empezar la historia, antes de escribir la primera página, y el espectador no lo ha presenciado mientras se ha producido: el acontecimiento ya ha sucedido, ya ha terminado, y solo vemos en pantalla su onda expansiva, sus consecuencias.
Tipos
Según la naturaleza de la acción, se puede optar por dos modalidades de detonante:
- Causal: sucede por la intervención, por la acción voluntaria de un personaje cuando, por ejemplo, el protagonista decide mudarse de ciudad.
- Casual: ocurre por azar, por coincidencia, sin que dependa de intencionalidad manifiesta del personaje, como, por ejemplo, si se desata un tsunami que arrasa todo a su paso.
De forma creativa, además, los dos tipos de detonante, causal y casual, son combinables en uno solo o, más interesante aún, jugar con el espectador a que parezca que el detonante es de un tipo y, finalmente, resulte ser de otro: lo que parecía un accidente fortuito –detonante casual–, se demuestra en el clímax de la película que fue un asesinato premeditado –detonante causal–.
También se pueden diferenciar otras dos clases de detonante según la configuración temporal del programa narrativo de escenas que se formule:
- Cronológico: sucede algo concreto en un momento determinado, preciso. Un detective privado recibe un encargo; un nuevo juguete llega a casa. En una o varias escenas puntuales se muestra por completo.
- Situacional: no se produce un hecho único, específico, sino que se va desplegando descriptivamente en el tiempo. Poco a poco, escena a escena, se va introduciendo la cuestión dramática, el objetivo del protagonista u otras informaciones destacadas que vayan anticipando el conflicto que tendrá inevitablemente que terminar estallando. Por ejemplo, vamos viendo en pantalla la vida cotidiana de una pareja, cada vez más triste y aburrida, hasta que decide vivir una aventura en un país exótico.
¿Cómo diseñamos un detonante?
En síntesis, al crear un detonante resulta conveniente reflexionar sobre las siguientes cuestiones:
1. ¿Es único, urgente, impactante, necesario, eficaz, emocionante?
2. ¿Capta la atención del espectador, genera expectativas, promete que el viaje narrativo va a merecer la pena?
3. ¿Presenta o anticipa el conflicto principal?
4. ¿Rompe el equilibrio inicial? Es decir, ¿la historia progresa en sentido positivo (+) o negativo (-)? ¿En qué grado?
5. ¿Introduce la cuestión dramática? ¿Plantea un dilema, obliga a que el personaje se vea en la tesitura de tener que elegir entre dos opciones excluyentes?
6. ¿Su contenido tiene que ver con otros momentos estructurales del relato? ¿Conecta con los puntos de giro, el clímax o el mismísimo final?
7. ¿Es de tipo causal o casual?
8. ¿Cronológico o de situación?
9. ¿Cada trama o subtrama tiene uno propio?
10. ¿Están situados todos (trama-subtrama/s) en la primera parte del relato (antes del 25% de la duración total)?
Bienvenido, Mister Marshall (7:13/14:18)
Uno de los detonantes más preciosos y didácticos del cine español es, sin duda, el que nos regala el guion de Luis García Berlanga, Miguel Mihura y Juan Antonio Bardem en Bienvenido, Mister Marshall (Luis García Berlanga, 1953).
Después de contarnos con todo lujo de detalles cómo es Villar del Río, un pueblo como otro cualquiera en el que nunca pasa nada, la voz del narrador detiene la descripción de sus gentes, sus costumbres, sus rutinas cotidianas, para dejar que disfrutemos del detonante que pone en marcha el conflicto: un imponente coche negro escoltado por policías irrumpe en la localidad. Son portadores de buenas noticias: los americanos van a visitar Villar del Río y hay que prepararse convenientemente para recibirles. Ser hospitalarios con los representantes del Plan Marshall puede traer riqueza y prosperidad a todos los habitantes, cumplir todos sus sueños. Un detonante causal y cronológico que lanza a la acción desenfrenada a un divertidísimo elenco coral de personajes inolvidables.
Doctor en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. Coordinador de la Unidad de Producción de Contenidos Académicos de la URJC (2014-2017). Editor de Icono14 Editorial. Director de cursos de pilotaje de drones de Aviation Group / EIATA. Director del Seminario de Escritura Audiovisual de la Universidad Rey Juan Carlos.
